Notas

12.3.10

Gaseosas mundialistas

Coca Cola y Pepsi han lanzado sus publicidades sobre el Mundial 2010. Las dos marcas acentúan sus respectivos perfiles, elaborados con los años.
Coca es conocida como la gaseosa de la familia. Sus spots más esperados son los de Navidad, cita familiar por excelencia. Con ella, la mesa se viste de felicidad y armonía. En las vísperas de Alemania 2006, su lema fue "We all speak football". La gran familia era la humanidad y el fútbol era el lenguaje común. El relato, la música del fútbol, unía a todo el mundo, sin importar género o nacionalidad. El resultado era un momento coronado por la alegría universal.
En su nueva edición, reaparece el motivo de la familia global. Roger Milla, camerunés y primer africano en brillar en una selección de su continente, es el inaugurador de un clásico: el festejo-baile. El ex futbolista le pone una pizca africana al deporte creado y transmitido por los ingleses (curioso: del mismo modo, Coca Cola se expande junto a la economía norteamericana). Milla enseñó el baile y todos lo disfrutan.



Pepsi, en cambio, siempre apuntó a los más jóvenes. Los ganchos fueron el rock en los '90, el pop en 2000. A la música se le agregó el fútbol. El nuevo comercial es similar al de los últimos mundiales: las máximas estrellas son protagonistas. El prestigio de los futbolistas y el de la marca van de la mano.
En 2002, David Beckham, Rui Costa, Juan Sebastián Verón y Roberto Carlos fueron algunos de los que disputaron un partido contra luchadores de sumo. En 2006, al inglés y al brasileño se le sumaron Hernán Crespo, Raúl, Fernando Torres, Thierry Henry, Frank Lampard y Ronaldinho. Se trata de un encuentro en una típica fiesta alemana (pero donde los chops están llenos de Pepsi, claro).
Ahora se repiten varios nombres, pero las grandes estrellas son Kaká y Lionel Messi. La escena puede recordar a la colonización de América o al control europeo sobre África: "nosotros les traemos la civilización, esperamos algo a cambio". El nexo entre los "europeos" Kaká, Messi e Iker Casillas son Thierry Henry y Didier Drogba, con ascendencia negra uno, marfileño el otro. Los jugadores, vestidos con motivos africanos, disputan un partido contra chicos del lugar. Se encuentran en el medio de la sabana y juegan como si estuvieran bailando. Al final, las estrellas les dan las camisetas a los jóvenes mientras ellos los admiran y les pintan la piel.
Ambas gaseosas acompañan la alegría. Hay un indudable aroma etnocentrista en ellas: la civilización (el fútbol y Pepsi o Coca) es transmitida por los occidentales. Los africanos responden con afecto y regalando su cultura (lo que el europeo cree que es la cultura africana, en realidad) o incorporando un poco de ella en la naturaleza del fútbol. Y siempre hay una botella o una lata para celebrar, todos juntos.



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