Notas

30.4.10

Jaque a la doctrina

.: por Daniel Guberman

“No se puede ser tan mezquino en este juego”. Las monótonas y repetidas columnas del predicador del tiki-tiki no iban a perderse la oportunidad de demonizar el planteo de aquel Inter que tuvo como emblema a Samuel Eto’o, un fantástico... lateral izquierdo. El Inter –luego de la injusta expulsión de Motta- no sólo renunció a cruzar mitad de cancha: expuso ante nuestros desacostumbrados ojos -y nuestras adoctrinadas ideas futbolísticas- al Señor goleador (Genoa, Zaragoza, Inter, Racing… hace goles en cualquier equipo del mundo) Diego Milito y al ya citado Eto’o despachando pelotazos hacia la nada desde su propia área.

No hace falta ser Cappa ni cultivar su intransigencia ideológica (la de la disyuntiva “Se juega al tiki-tiki o se juega mal”) para sentir rechazo, repulsión o en algunos casos indignación ante la estrategia de Mourinho. Descalificar el trabajo del Inter y tiranizarlo por ultradefensivo o antifútbol es fácil. Pero reconocer las virtudes de un estilo ideológicamente distinto al de uno no lo es. Y no hace falta ir al fútbol para eso, alcanza con ver 6,7,8 o con leer Clarín, fieles expositores –desde ángulos opuestos- del Cappismo político (no precisamente por practicar el tiki-tiki, sino por el afán de magnificar los valores propios y descalificar los ajenos).
Queda la duda sobre qué hubiera pasado si el Inter hubiese jugado con once jugadores. Lo cierto es que las circunstancias –un jugador menos, dos goles de ventaja, el Camp Nou, el mejor equipo del mundo- lo llevaron a plantarse como se plantó. Pero en esta ocasión no se trata de decir si está bien o mal que se haya refugiado en su propio arco. Se trata de aceptar que con ideas distintas a las propias se puede ganar y jugar bien.
Sí, jugar bien. Porque jugar bien no necesariamente quiere decir jugar lindo, al tiki-tiki. Jugar bien también significa ser superior al rival, merecer ganar. Y en la suma de los dos partidos el Inter fue indiscutiblemente superior al Barcelona y mereció pasar de ronda.
Yo no soy de los que creen que para ganar hay que tirar tacos, caños y entrar en el arco con pelota y todo. Pero si tuviera que identificarme con un estilo, me quedo con los equipos pacientes que proyectan su juego a partir del control de la pelota (cuando las circunstancias y el plantel se lo permiten, claro). Estilo que practica el Barcelona, pero también practicaron la selección de Pekerman o el Arsenal de Wenger, cada uno con sus variaciones, con mejores resultados en unos que en otros. Es sólo un estilo, una ideología si se quiere. Otros prefieren un estilo más directo en ataque, sin tanta retención de la pelota en mitad de cancha, como el que propone Bielsa. Y otros prefieren un fútbol donde se priorice la defensa y se juegue de contra.
Les llamará la atención a muchos, sobre todo después de ver el partido del miércoles, que Mourinho también esté dentro de los que buscan controlar la posesión de la pelota : “Algo que para mí es muy claro, es que para asumir el control del juego hace faltar tener el balón. Disfrutar de él. Mi idea táctica principal pasa por tener la pelota.” ¿Cómo? ¿Y el miércoles qué pasó? ¿Abandonó sus ideales? No. Mourinho entiende lo que muchos otros no quieren entender: no hay que encasillarse dentro de un estilo. Su táctica en el segundo partido fue ultra-defensiva, pero su equipo mereció llegar a la final. Y los que creemos que para ser mejores hay que tener la pelota para no dejar jugar al rival tenemos que reconocer que el Inter, que renunció a la posesión tanto en el partido de ida como en el de vuelta (explotando contraataques en un caso, refugiándose en el otro), mereció ganar. No es ese el único cachetazo de Mourinho a nuestra doctrina. Muchos de nosotros nos indignamos cuando Van Gaal hacía jugar a Riquelme de volante por izquierda y hacía que Kluivert siguiera la marca hasta su propia área. Al respecto, Mourinho dice: "Hay quien dice que los jugadores más creativos deben estar liberados de tareas defensivas. Yo creo que quien dice eso no sabe nada de fútbol. Los once jugadores deben saber qué hacer en posesión del balón y qué hacer cuando el adversario tiene el balón" Y Mourinho nos enseña una vez más que podemos estar equivocados, que no tenemos que ser cerrados y que se les puede pedir a los jugadores creativos que cumplan tareas defensivas. El gran lateral izquierdo, Samuel Eto’o, lo demostró así ante su ex-club. Pero ya lo habían demostrado él y Goran Pandev ante el Chelsea en Londres o ante el mismo Barcelona en Milán, jugando de volantes ofensivos/delanteros cuando su equipo tenía la pelota y colaborando como volantes por las bandas cuando la tenía el rival. Segundo cachetazo.
En su nota, Varsky habla del revolucionario Mourinho. Es cierto, ver a Eto’o y a Milito defendiendo en su propia área fue casi una revolución futbolística. Y toda revolución nos deja un mensaje: no nos encerremos en la doctrina, critiquémosla. Creamos en nuestros ideales, pero reconozcamos también las virtudes de los otros. Mourinho fue aún más allá. No sólo las reconoce, sino que también las adopta cuando la ocasión lo amerita. Tenemos mucho que aprender de él, de su mensaje. No sólo en el fútbol.
Cappa declaró al 28 de abril del 2010 como “un día triste para el fútbol”. Yo, aunque en su momento me haya provocado cierta incomodidad el planteo del Inter (quizás por estar demasiado enceguecido por la doctrina), lo veo como una invitación a abrirse, a explorar y a aprender. Por cierto, disfruté mucho el partido, a pesar del (o gracias al) “desprecio enorme por el fútbol” que mostró el Inter.

1 comentarios:

#11 dijo...

Dani pecho frio!

 
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