Notas

10.5.10

"La vuelta al día en 80 mundos"

Ayer se cerró el evento editorial más importante del año: la Feria del Libro. Edición tras edición, es la oportunidad de inflarse de esperanza y buscar ese libro que no encontrás en Corrientes o en El Ateneo. 
"Uh, no, ese no lo tenemos", y es un portazo en la cara.

Yo no soy digno de Christian Metz y Christian Metz no es digno de mí, parafraseando a Luis Alberto Quevedo, el olmedista que, a su vez, parafrasea a Borges (el original). Me rindo ante Capital Intelectual: 24 pesos, dos docentes de Comunicación y un regalo. Siglo XXI, otro de los tanques, es una tentación pero los precios, como en casi todos los stands, son iguales a los de las librerías.  Eso sí, hay libros para todos, no se pueden quejar: Del Libertador para algunos, libros importados para otros.
La llaman "ciudad de libros". La metáfora es interesante e invita al desafío ¿Dónde estaría Puerto Madero? En Paidós, indudablemente ¿Y Recoleta? Planeta, obvio, con "El dueño" y sus 400 cacerolísticas páginas, dignas de alguien que la tiene adentro.
En los pabellones se nota culpa en las caras de algunos compradores. Son los cachetes colorados, las manos que no se detienen ni un segundo, los ojos desorbitados. Las editoriales tienen su feria anual para aprovechar el instante de arrepentimiento de los visitantes. Es como ir a la iglesia a confesarse. "Padre, he pecado", dice una cincuentona con la tarjeta en la mano. "Antes de ir a dormir, rece ciento sesenta y siete Padrenuestros con cincuenta, hija", le contestan del otro lado.
Domingo 2 de mayo, 18 hs, cercanías de Económicas. Los primos (porque es un Boca-River), los de Sociales, abrazan al polémico estacionamiento con banquitos y mesas improvisadas. La actividad se propone como "otra feria", la "contraferia". Formalmente, se llama "Feria del Libro Independiente y Alternativa" (FLIA). 
El ambiente es distinto, entra por los cinco sentidos. Las hileras de stands son irregulares, a veces laberínticas, como el Parque Rivadavia. La chica que recita un poema llega hasta el oído y se mete adentro, sin que se la invite a pasar. El aroma a café pasa a ser olor a porro y la pizza de cebolla tiene el plus de ser casera. Un billete de dos es el ticket rumbo a dos autores desconocidos. Alguno debe pensar que, como el restaurante muy concurrido, la tapa arrugada es un buen signo.
Ser progre es cool. Por eso, en Sociales prefieren ser "alternativos". No importa que la mayoría de las ofertas sean repetitivas. Siempre hay un lugar para la sorpresa. La nota la dio Cortázar: una edición de "La vuelta al día en 80 mundos" estaba 25 pesos. Unos metros más allá, otro lado b apareció perdido: "Fantomas contra las multinacionales". Es una declaración de principios.
La asistencia es numerosa. Hay mucho intelectual e intelectualoide, mucho hombrede-ElCapital-bajoelbrazo. Las caras son las conocidas, circulan todos los días por los pasillos de la facultad. Somos siempre los mismos locos. Todo queda en la FLIA de Sociales.
Me acuerdo de una librería de usados en la calle Junín, justo en diagonal a Económicas. En su interior, la música bajita es acompañante suficiente para navegar entre libros amarillentos y cubiertos de polvo. Ante cualquier duda, consultar con el viejo del mostrador. No es otra "feria del libro". Una cartulina blanca y un marcador indeleble le alcanzan para hacer la promesa: "Feria del lector".

1 comentarios:

Pablus dijo...

Bueno, igualmente creo que me mimeticé una vez más en ese ambiente del estacionamiento de sociales, porque cai en el impulso del mate movil mientras recorriamos los puestos entre aromas de pan y churros calientes. Y en la otra, la empresarial, tenías que desembolsar varios verdes -los otros- para tomarte un cafecito chic.

 
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