Notas

10.4.10

Reseña de Amapola del '66


Esta entrada no es un homenaje a Carl Honoré y su "Elogio de la lentitud". Voy a dejar que se filtre un dato de la trastienda del blog. En su momento, consideramos "bueno, ya" como opción para el nombre del espacio. Sin embargo, ese "ya" remite a la instantaneidad con la que Homero da su cabeza contra el extractor de la cocina en busca de una tarta de frambuesa. No va con nuestra preferencia por la "reflexión" (con todas las comillas del caso).
Que todo este rodeo sirva para excusarme por no haber posteado antes una reseña del último disco de Divididos, "Amapola del '66".

Lo nuevo del grupo formado por Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella tiene dos antecedentes directos: "Gol de Mujer" y "Vengo del Placard de Otro".
Del disco de 1998, toma la potencia para los primeros temas. Los tres primeros pueden ser considerados como una misma obra de diez minutos.
"Hombre en U" es la apertura. El llamado es a no venderse, no "ecualizar" ni el corazón ni la razón. La alienación ronda y los medios, acá también, se ponen en cuestión: "que no te vendan un buzón". Nada nuevo por estos lares.
Uno de los mejores momentos llega con "Mantecoso". El bajo en manos de Arnedo recuerda a "Vida de topos", de Narigón del siglo. En un puente, Mollo encuentra el terreno y el sostén necesarios para tomar la delantera por un rato y lucirse hasta una escalada galopante. Tal vez, la letra no sea autorreferencial pero hay dos frases que siembran sospecha: "la madre de este invento fue la angustia, hoy la industria" y "siempre soñé con una pared de equipos al re palo hasta hoy".
Pasa "Muerto a laburar" con sus llamados a Luca Prodan: Mollo parece decirle "si te levantaras de la tumba...". El tema número cinco, primer corte de difusión (como en Narigón del siglo con "Spaghetti del rock"), es el que le da nombre al disco, insoportable lugar común. La onda los hace parecidos pero la guitarra y el tono sombrío de la voz son más como "Ay, qué dios boludo".
"La flor azul" cuenta con Peteco Carabajal en violín. La composición es de Antonio Rodríguez Villar y Mario Arnedo Gallo, padre de Diego. Ya había sido tocada por el grupo en el Festival de Cosquín 2009. El NOA ocupa un lugar importante en el disco. "Senderos" es chañar, monte, viento, sol, sombra, camino. Y "Jujuy" es Jujuy. Algunos versos del poeta Germán Choque Vilca unen ambas canciones. 
Con "Caminando", el grupo levanta un poco el ánimo musical. Sin embargo, la letra, llena de antítesis, es un canto al desengaño y a la desesperanza ("no hay mal, no hay bien, no hay nada").
"El gordo legüero" se encuentra, después de 12 años, con un hermano, "Boyar nocturno". Mollo es un gran guitarrista pero, a veces, se pone muy insistente y suena como Santana a fines de los '90 (siembra solos en todos los instrumentales). En cambio, Arnedo es como la hormiga, trabaja silenciosamente. Su premio es la voz en "Avanzando retroceden", una sorpresa grata, dulce, triste.
El disco se va despidiendo con "El perro funk", con reminiscencias de "Libre el jabalí". El final está dado por "Todos", canción ya conocida y dedicada a los chicos del colegio "Ecos" muertos en un accidente en Santa Fe, en la ruta 11.
Casi ocho años tardaron en lanzar algo nuevo. Mientras tanto, "Vivo Acá" (grabación de un show acústico en el Gran Rex), la ida de Jorge Araujo y la llegada de Catriel Ciavarella. No se retomó el camino de "Narigón del siglo" y sus arreglos casi clásicos. Se arriesgó por un sendero ya transitado en los '90 ("Vientito del Tucumán") y explotado por otros grupos vecinos. La espera hizo crecer las expectativas y el tiempo ayudará a digerir este disco.

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