Notas

15.4.10

Una estatua de carne



Allí nomás... la vi sentada....
con sus ojos tan quietos,
con el tiempo metido hasta en las uñas,
con el sosiego entero escrito en el espinazo,
la estatua de carne que enarbola ciclos de olvido y de miseria.

José Larralde, Estatua de carne

¿Cuál es el peligro de que una estatua erigida a Julio A. Roca siga mirando la ciudad desde lo alto? Hay cosas más preocupantes, algunos dirán. Es cierto.
Pero, no neguemos que estas construcciones están ahí por intención de personas. Los simbolismos que somos capaces de plasmar transfieren cosmovisiones, formas de concebir este mundo de relaciones humanas, formas de entender la historia impulsada por intereses.


Desde 1941, la figura de Roca allí moldeada nos quiere recordar que la Patria tuvo sus héroes entre valientes hombres que libraron guerras y ganaron los territorios que hoy nos conforman. Claro, la Nación (usemos las comillas para que aquellos resignados con estas cosas no piensen que desde aquí renegamos de un sentimiento argentino) precisaba sus tierras fértiles para poder descansar una base económica, y trabajarlas, no ellos, sino otros. Pero no los que las ocupaban hasta entonces, de ser posible. Los pueblos originarios fueron víctimas de otra cosmovisión, impuesta. Cuando los pueblos no se entienden, cuando las intenciones son intereses, la salida no es otra que la violencia. La sangre, que ha sido justificada por la nación (nada de mayúsculas, payasos!), por el orden y la paz... De ahí los métodos: no sólo la guerra cuando se percibe resistencia, sino el saqueo y la muerte a la descendencia. En fin, la crueldad injustificable.

La mal llamada "Campaña del Desierto" (con mayúsculas, payasos): ¿qué desierto? ¿Acaso estaba vacío el suelo patagónico? Seguramente los habitantes originarios no valían nada para la nación que debía nacer y ser forjada a través del trabajo y las instituciones. No se pudo cambiar eso... ¿no parece importante que sea aprendido desde pequeños esta errónea visión? Creceríamos conociendo la bajeza de que es capaz el ser humano y estaríamos más dispuestos a rechazar las experiencias militares, un rechazo a la violencia y una predisposición por buscar la verdad y abrazar la rebeldía pacífica y la esperanza. Como un libro de lectura obligatoria. La estatua es un pesado cielo sobre la formación de cada uno, de nosotros en nuestro hacernos ciudadanos argentinos.

En este sentido se debe saludar y difundir la propuesta del artista plástico Andrés Zerneri, consistente en construir, con la ayuda de todos, un Monumento a la Mujer Originaria (mayúsculas por favor, payasos!). La idea partió en conjunto con el historiador Osvaldo Bayer, quien ha manifestado frecuentemente en sus escritos la necesidad de revalorizar nuestro verdadero pasado "de carne", en los pueblos que originalmente poblaban nuestras tierras (servidas luego a los intereses de las oligarquías terratenientes, y más adelante en el tiempo, obtenidas mediante el clásico compra-venta ya avanzado por los intereses extranjeros, dueños de tierras y recursos nacionales. Explotación le llaman en ambos puntos). La revalorización comprende también repiquetear sobre el pasado y remover los escombros de aquellos que han hecho uso de la violencia para poner en la mesa sus intereses. Renombrar calles, avenidas, plazas, edificios, regiones, aguas y montañas que se llaman de una manera que pasa por nosotros sin reflexión, pero que dejan conformes a los que en la actualidad creen que la fuerza era y es el método para conformar una sociedad. Los ultranacionalistas que no pueden ver más que un costado de la realidad y cierran su mente a otras formas de convivencia. Los encargados de la nación patriótica.

Una Mujer que alude a la Pachamama, que cría a sus hijos en tierras en que vive con sus propias creencias, con sus propias cosmovisiones. Si los nacionalistas tienen una mentalidad amoldada en la religión y la patria a su salvo, ¿por qué ella y su pueblo no? Quizás porque eran diferentes, los españoles no han probado más que la fuerza. No era que quisieran usarlos a su favor. Les faltaba la llave de oro. El oro que quitaron de la América utilizando esta misma sangre local. Bueno, hoy la propuesta recurre a otro nivel de "preciosidad": el cobre, en todas sus formas. Que las llaves viejas que alguna vez nos dejaron pasar, moldeen una figura recordando a estos otros seres humanos valientes: la valentía es quizás mayor en aquel que, aun con miedo, resiste la cobardía de quien embiste con la violencia de arriba.
Llaves que abren la mente y nos permiten darnos cuenta de nuestro verdadero pasado, de ir descubriendo las diferentes puertas cerradas de la historia "oficial". Del paquete educativo, formateado y enciclopédico, que consumimos en la vida y que de a poco debemos romper con fuerza para descubrir la intencionalidad del interior.

La obra se presenta, según el artista, como un regalo que le hacemos al país en la celebración de sus "gloriosos" 200 años, dado el carácter colectivo de su composicion. Para los que se oponen criticando falta de prioridades, por lo tanto, saben ahora que sus impuestos no estarán construyendo ninguna estatua. Es voluntaria la participación, y gratuita. Como tantas cosas, también el pueblo tiene que ocuparse de pelear por reemplazar las figuras de genocidas por los nombres locales. Sepa, ilustre ciudadano, en cambio, que su dinero sí paga el trabajo de representantes políticos que no se ocupan de estos temas y se lo dejan a usted.

Si el aval ciudadano no es suficiente y la legislatura no aprueba la reubicación de la estatua de Roca, de alguna manera, la enorme mole de cobre que carga con la Naturaleza allí será erigida, en octubre de este 2010, y la atención se fijará en la historia que sobrelleva. El arte cumplirá otra vez así con la misión de hablarnos y repensarnos. Ojalá no nos sobrepasemos y tengamos que arrojar por la fuerza al militar de su caballo. No sea cosa que traspasemos el umbral y seamos unos bárbaros.


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